La mañana del 27 de enero, llegando a Oaxaca me desperté en el colectivo y me impresionó lo familiar que me resultaba el paisaje: me recordó al camino que alguna vez hice en un viaje de mochileras al norte de mi querida Neuquén, la Cordillera del viento. Inmediatamente saqué la cámara y tomé esta foto. Ahi me di cuenta que tomo fotografías porque no tengo memoria visual: nunca me hubiera acordado de ese paisaje si no lo hubiera visto de nuevo...
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