viernes, 8 de febrero de 2008

Palenque de mis amores




Llegamos a la terminal por la mañana, dejamos nuestras mochilas y fuimos a desayunar. Como una milanesa de pollo (sugerencia del desayuno número 2 del menú) nos pareció mucho, tomamos un universal café con leche y tostadas, allí averiguamos como ir al sitio arqueológico y terminado el desayuno nos dispusimos a esperar el transporte. Llegó en 10 minutos y nos subimos al “pesero” (combi que funciona como un colectivo y cuesta 10 pesos hasta las ruinas). A medida que la combi avanzaba nos íbamos internando en la selva espesa y húmeda. Palenque es un lugar impresionante, las piedras de las ruinas contrastan con la vegetación de un verde profundo. A mi me recordó a Machu Pichu y quizás por eso me gustó tanto. Al igual que Chichén o los Foros Romanos, me conmovió su inmortalidad; lugares que creados por hombres los sobreviven, los engrandecen, los perpetúan.

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